domingo, 6 de mayo de 2007

CS2007 – Etapa 7 (Camino de Logroño)





¡Hola peregrinos! Hoy os escribo por el día y no por la noche, como venía siendo habitual. Ahora mismo estamos en el autobús de vuelta a Madrid, adonde llegaremos a la hora de comer, y, si escucháis con atención, todavía podréis oír el griterío que vamos montando en el autobús... ¡¡OE OE OEEEE!! ¡¡OE OE OEEEE!! Sí... ¡lo conseguimos! Ayer por la tarde, sábado, llegamos a Logroño y concluimos el Camino de Santiago de 2007. Nos da un poco de pena a todos (aunque no lo parezca) porque la experiencia ha sido una gozada, pero siempre nos quedará el consuelo de que el año que viene habrá más... Ahora paso a contaros cómo fue la última y más larga de las etapas del Camino de 2007...


Empieza el último día de caminata...

El día ha amanecido soleado, aunque no nos fiamos demasiado visto lo sucedido en las jornadas anteriores... Hoy no ha habido sueños interesantes como ayer, solamente sesiones del archiconocido “serrucho”... Parece que al peregrino Juanma le está empezando a salir la primera ampolla (probablemente, más por las vibraciones de los ronquidos que por los efectos del propio camino) y le ayudo a ponerse un trozo de venda en el pie. Los demás no hemos pasado demasiados apuros en este aspecto, salvo alguna mínima rozadura y poco más. La verdad es que, después de todo, no nos podemos quejar porque Los 4 peregrinos hemos llegado hasta aquí en un estado bastante decente.

Bajamos a desayunar al comedor de este extraño hotel donde nos alojamos, en el que la recepción “desaparece” por la noche... Más vale que no tengas algún problema en horario nocturno, porque lo llevas claro. Aunque el comedor está medio vacío, tan solo hay una mesa preparada. Nos sentamos en ella y cuál será nuestra sorpresa cuando, al bajar a desayunar el matrimonio de Granada (que, nuevamente, compartía hotel con nosotros), les dicen que ya no les pueden atender porque no tienen mesa para ellos. Los pobres tienen que salir del hotel para poder desayunar cuando bastaba con limpiar cualquiera de las 3 ó 4 mesas que había libres: desde luego que no se van a herniar en el hotel, no.

Tras desayunar café con tostadas, mermelada y zumo, iniciamos la marcha. Por delante tenemos la etapa más larga de todas, 28 kilómetros, más o menos llanos pero con algún repecho. El día está soleado, de momento, y la temperatura es bastante agradable. El camino en estos primeros kilómetros discurre por una pista de tierra que se pierde por verdes campos. El andar se hace muy cómodo.


Los primeros pueblos de hoy

Tras la primera hora de caminata aparecen, casi seguidos, los dos primeros pueblos de la etapa, Sansol y Torres del Río, separados por un kilómetro. Ambos cuentan con bonitas iglesias y en el primero de ellos hacemos una pequeña parada para colocarle mejor la venda del pie a Juanma, que le está molestando.

El pueblo de Torres del Río se halla en un alto. Cuando estamos subiendo por las calles del pueblo vemos que las nubes se tornan de un color negro amenazador. Comenzamos a aligerar el paso y no tardan en caer las primeras gotas del tormentón que se nos avecinaba. En esta ocasión sí que tuvimos suerte, porque a 20 escasos metros estaba el albergue de peregrinos del pueblo, donde nos refugiamos por espacio de media hora. ¡Nos libramos por los pelos!

Desde este albergue contemplamos la tromba de agua que caía en el exterior y aprovechamos para sellar aquí nuestras credenciales. También compramos algún bollo en una máquina expendedora y vimos que tenían fotos de otros albergues. Me llamó especialmente la atención una de un albergue castellano que disponía de "sala de roncadores". Me imagino lo que debe ser intentar pasar una noche ahí, con los rugidos que se tienen que escuchar...

Cuando cesó la tormenta, quedó un día claro y soleado y reanudamos la marcha. Ahora teníamos por delante un largo tramo deshabitado de 11 kilómetros hasta la población de Viana.


Camino de Viana

El tramo que nos conduciría hasta Viana transcurría por un camino rompepiernas con pequeñas bajadas y subidas. En algunas zonas el viento azotaba con fuerza y era realmente molesto. Hubo algún momento de incertidumbre cruzando un pequeño arroyo, en una zona especialmente embarrada, con el peregrino Juanma y su cámara pendientes de filmar una posible caída al agua que no se produjo. ¡Lo que nos hubiéramos reído! La verdad es que por aquí caminábamos más de guasa que de otra cosa... Se notaba que estábamos en la última etapa, e íbamos de parranda, como hacen los ciclistas en la última etapa del Tour.

Por cierto, que hoy Juanma ha vuelto a ponerse esa provocadora camiseta del Real Madrid que ya lució en el día de ayer. Por esta razón, hoy todos hemos tenido ocasión de ver algo insólito e inaudito: una camiseta del Real Madrid... ¡sudada! (juajuajuas).

Cuando llevábamos una hora desde que pasamos por Torres del Río empieza a verse, en el horizonte, la ciudad de Viana. El camino por aquí va muy cercano a la carretera, a veces por su propio arcén. Andamos y andamos, pero Viana se ve siempre igual de lejos. Empezamos a dudar de si no será un espejismo lo que estamos viendo porque da la impresión de no llegar nunca. Comenzábamos a notar realmente machacados los pies y ya no teníamos tantas ganas de juerga. Y eso que ni siquiera habíamos llegado a Viana, desde donde todavía restaban otros 10 kilómetros más hasta Logroño.


¡Por fin en Viana!

Al fin, un poco pasadas las tres de la tarde, entramos en la ciudad. Prácticamente no hay nadie por las calles. El Camino nos lleva a la parte antigua de Viana, que es realmente espectacular. Por todas partes se observan edificios grandiosos y blasonados. En uno de ellos está el albergue de peregrinos donde sellaríamos nuestras credenciales después de comer. El sonido de nuestros bastones y el entorno del lugar parecen trasladarte al medievo.

Pero era precisamente la comida lo que nos preocupaba cuando entramos en la ciudad. Se nos hizo bastante tarde, teníamos los pies muy fatigados y lo que más nos apetecía era encontrar un sitio donde comer y relajarnos un poco. Finalmente, casi a las tres y media vemos el bar Pitu, donde sirven comidas caseras a muy buen precio con varias opciones de primeros y segundos platos.

En este bar recuerdo que nuestro estado de relax alcanzó tal grado que nos pedimos unos buenos copazos de licor para acompañar el café. Nada más servirme una hermosa copa de pacharán me entra, por primera vez en toda la semana (que ya es raro en mi caso), la madre de todos los apretones. Necesito acudir urgentemente al WC y estrenar allí el rollo de papel higiénico, que para eso he cargado con él todos los días del Camino. Pero claro, tampoco estaba por la labor de dejar el pacharán solo con el hielo derritiéndose... Así que, ni corto ni perezoso, mi reacción instintiva es llevarme conmigo la copa de pacharán al WC. Las carcajadas de los otros tres peregrinos se oyeron hasta en Logroño... En el último momento, y por aquello de no dar más la nota, opté por dejar la copa en la mesa... Tuve que apurar la faena, bajo la presión de algún que otro impaciente que golpeaba repetidas veces la puerta para acceder al WC sin percatarse de que estaba ocupado; finalmente, conseguí beberme mi pacharán tranquilamente.

Tras este accidentado final de comida, reanudamos la marcha. Dimos una pequeña vuelta por el pueblo, sellamos las credenciales y enfilamos el camino a Logroño. Nueve kilómetros y medio más... y ¡se acabó!


El último tramo a Logroño se nos hace bastante pesado...

Nada más salir de Viana saltan las primeras alarmas... ¡Empieza a llover! La peregrina Laura se pone el poncho, pero los demás preferimos esperar porque tampoco se ve mucha intensidad en la lluvia. En efecto, pasados unos minutos cesa la precipitación.

Logroño ya se divisaba en el horizonte desde antes, incluso, de llegar a Viana. Esta parte del recorrido es especialmente monótona y recuerdo que se nos hizo interminable. A partir de Viana el paisaje cambia y se hace mucho más llano. Se percibe la presencia del Ebro.

La llegada al límite que separa Navarra de La Rioja supuso una primera celebración. Desde aquí nos quedaban tan solo 4 kilómetros para finalizar. Por fin, tras subir una cuestecita vemos a lo lejos las torres de la catedral... ¡Logroño ya casi puede tocarse! A las siete y media de la tarde entramos por el viejo puente de piedra sobre el Ebro y poco después pasamos delante del albergue de peregrinos de Logroño, donde sellamos por última vez las credenciales y damos por concluido el Camino de 2007.





Los deberes cumplidos, y... ¡a disfrutar!

Nuestro hotel está en pleno casco antiguo de Logroño, al lado de la calle del Laurel, zona de tapas y copas de la ciudad. Así que, tras registrarnos y acomodarnos mínimamente recorremos los alrededores y nos dejamos envolver por el ambiente. Aprovechamos para hacer alguna compra y pasamos la tarde-noche por allí, degustando las tapas y caldos de la tierra, cenando después en un sitio típico en la misma calle del Laurel, y tomándonos a última hora unos buenos (y merecidos) copazos de despedida. No nos importaba demasiado que tuviéramos que madrugar al día siguiente para regresar a Madrid.


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Clannad "Theme from Harry's Game")




De vuelta a Madrid

Pues ya estamos en el autobús, de vuelta a Madrid. Ha salido puntual, a las diez de la mañana, y llegará a la capital en torno a las dos y media de la tarde. Hemos desayunado en la propia estación porque a las 9 no hemos encontrado ni un solo sitio abierto en el trayecto desde el hotel. También hemos comprado allí alguna botellita de rioja y algún que otro recuerdo. Y mañana... a trabajar (ya es que ni me acuerdo de lo que es eso). Uf... ¡qué rollo!

Cuando lleguemos a Madrid tenemos pensado quedar algún día para ver las imágenes del Camino. Espero poder contároslo en lo que será el último artículo del blog del Camino 2007. ¡Buen Camino!




viernes, 4 de mayo de 2007

CS2007 – Etapa 6 (Camino de Los Arcos)





¡Hola peregrinos! Vaya etapita la de hoy... Si ayer el día fue de más a menos, hoy ha sido todo lo contrario. Empezamos desanimados, con un día muy muy lluvioso, a punto de tirar la toalla y cogernos un taxi para llegar hasta aquí, hasta el pueblo de Los Arcos... Pero conforme avanzaba la jornada todo se ha ido arreglando y hemos llegado, cansados sí, pero haciendo la etapa como es debido, y hasta con cierta euforia. Incluso hoy hemos hecho nuestra “buena obra de la semana” y ha habido tiempo al final de la jornada para obsequiarse con unos cubatas... Con todo, el día se despertaba de forma simpática...


Angelina Jolie

Durante esta pasada noche no ha dejado de llover. Entre ronquido y ronquido de Buen Camino Man podía escuchar los gotarrones que caían ahí afuera. ¡La que nos espera para mañana!, pensaba.

Como casi todos los días, nos despertamos a las 8 para prepararnos para bajar a desayunar en el hotel. Ya sabéis, revisión de pies por si hay ampollas (de momento, no)... Aseo... Ducha... Preparación de mochilas... Mientras hacíamos todo eso, el peregrino Juanma me cuenta un curioso sueño que ha tenido hoy. Me decía que había soñado que se le caía la cámara de vídeo y se le hacía añicos.

¡Vaya sueño más tonto! Al decirme eso recordé que, precisamente hoy, yo sí que había tenido un sueño mucho mejor... Estaba en el aeropuerto esperando a no sé quién y de repente, por la puerta de la sala de llegadas aparece, delante de una comitiva de periodistas que la seguían... ¡Angelina Jolie! Al verme, se me acerca corriendo y me dice, mientras me planta dos buenos besazos: “¡Hola Miguel! ¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí?”. Yo, con toda la naturalidad del mundo, pues en el sueño parecía conocerla de toda la vida, le contesto: “Pues ya ves, aquí esperando a alguien... ¿qué es de tu vida?”. Angelina me dice que había dejado a Brad trabajando en Los Ángeles y que se había acercado a Europa a hacer no sé qué historia. Al final nos despedimos como dos buenos amigos de toda la vida. Por supuesto, en el aeropuerto todo el mundo alucinaba (y se retorcía de envidia) mirándonos y preguntándose quién demonios sería ese chico tan apuesto al que saludaba Angelina... Lástima que solo fuera un sueño y que ya no recordase más detalles de él, pero os aseguro que me he pasado media etapa dándole vueltas...

Por supuesto, mientras contaba mi relato, Juanma se desternillaba de risa por la habitación... ¡ni que fuera tan extraño mi sueño de hoy! Las risotadas se hicieron extensivas al resto de peregrinos cuando bajamos a desayunar. Por desgracia, las caras nos empezaron a cambiar cuando miramos al cielo en el momento de comenzar la etapa de hoy...


Llueve a cántaros... ¿Qué hacemos?

Pues sí, tras una pequeña tregua al levantarnos... se ha puesto a llover otra vez, ¡y de qué manera! Justo ahora que tenemos que salir... Tras la "ducha" de hace dos días en la etapa de Pamplona no nos apetece nada volver a pasar por lo mismo. Y esta vez es aún peor, porque el chaparrón nos está cayendo ya desde el mismo inicio de etapa y no tiene la menor pinta de que vaya a parar... Tenemos muchísimas dudas sobre si seguimos o nos cogemos un taxi hasta Los Arcos. La etapa de hoy es corta, 22 kilómetros, pero no queremos acabar hechos una sopa como la otra vez.

Finalmente, aunque no muy convencidos, nos ponemos los ponchos y las capuchas y optamos por comenzar a andar. La Fuente del Vino está solamente a poco más de 2 kilómetros y nos planteamos al menos llegar hasta allí. Después, decidiremos sobre el terreno. Para mayor desgracia, nuestro hotel está en un extremo de la ciudad y tenemos que recorrerla entera para retomar el Camino de Santiago, en medio de una incesante lluvia. Tras dos kilómetros andando llegamos a Ayegui, que es prácticamente un barrio de Estella. Aquí vemos un albergue de peregrinos y, aunque la Fuente del Vino está a menos de un kilómetro, no nos lo pensamos dos veces. Corremos a refugiarnos en el albergue.


El albergue de Ayegui

El albergue es, en realidad, un polideportivo municipal habilitado para acoger a los peregrinos. Llegamos completamente empapados de agua y el primer recibimiento nos lo da la señora que acababa de limpiar el pabellón y que nos regaña porque se lo hemos llenado de pisadas. Podéis imaginaros la charla que nos dio. En la puerta del albergue vemos que se detiene también el matrimonio de Granada con el que hemos coincidido en varios alojamientos del Camino. Hacen una breve parada pero ellos siguen adelante, no sin antes facilitarnos el teléfono del taxi que utilizan para transportar su mochila. En ese momento estábamos más cerca de dejarlo todo y llamar al taxi que de continuar andando hasta Los Arcos.

La señora que nos regañó al principio vuelve con la fregona para limpiar las pisadas que hemos dejado y aprovecha para lanzarnos una segunda "hornada" de quejas. En ese momento nosotros no estábamos precisamente para muchas tonterías y acabamos por recordarle que cómo era posible que en un albergue de peregrinos se puedan molestar por el hecho de que entren peregrinos en un día de lluvia torrencial... Yo creo que esas palabras ablandaron a la buena señora que a partir de ese momento se mostró mucho más comprensiva, y hasta cariñosa, con nosotros. Nos invitó a pasar dentro para dejar nuestras cosas e ir a la cafetería, que ella atendía, donde nos tomamos el segundo desayuno de la jornada. Ella fue quien nos hizo alguna de las fotos, bromeó con nosotros y al peregrino Toñín, que tenía su poncho amarillo que parecía la tabla de multiplicar del siete, le regaló uno nuevo de color marrón.

Este cambio en el "entorno" se fue trasladando poco a poco a las condiciones meteorológicas que iban mejorando paulatinamente, hasta el punto de que ya nadie dudaba de que, en cuestión de no mucho tiempo, retomaríamos la marcha. Antes tuvimos ocasión de sellar nuestras credenciales y de recoger la "Ayeguina", certificado personalizado que entregan en este albergue y que acredita haber recorrido los 100 primeros kilómetros del Camino. También firmamos en un libro que ponen a disposición de los peregrinos para que escriban lo que se les ocurra. Había un comentario muy gracioso de un peregrino que se quejaba de no pegar ojo porque había gente jugando en el polideportivo y metían mucho ruido. ¡Qué cosas!

El sol, tímidamente, trataba de abrirse paso entre las nubes y esto nos animó sobremanera. La "minicrisis" estaba superada. Tras hora y media de parón, y aunque todavía llovía ligeramente, nos disponemos a retomar la marcha. La peregrina Laura se ha diseñado un curioso calzado a base de envolverse sus botas con unas bolsas de plástico, para que no le traspase agua a los pies. Era tan original el atuendo que algún que otro peregrino extranjero inmortalizó fotográficamente la escena. Por fin, pasadas las once y media de la mañana, con casi dos horas de retraso, nos despedimos de la gente del albergue y reanudamos el camino.


La Fuente del Vino

A los cinco minutos de dejar el albergue ya se observa a lo lejos el Monasterio de Irache. Junto a él se encuentra la Fuente del Vino de las bodegas de Irache, que recupera la vieja tradición de los monjes del lugar de ofrecer vino al peregrino. Puedes consumir lo que quieras pero no te lo puedes llevar. Al lado del grifo del vino hay otro que pone "Agua", pero no se sabe si funciona o no porque nadie lo utiliza, jejeje.


Por tierras de Montejurra...

Tras degustar generosamente el vino de Irache, continuamos la marcha. A partir de la Fuente del Vino, el camino asciende ligeramente. En esta oscura y gris mañana, las montañas de Montejurra nos observan con una belleza que resulta algo siniestra. El primer pueblo es Ázqueta, a 5 kilómetros de Irache, y hasta llegar a él atravesamos varios caminos de tierra completamente anegados. Entre charcos y barro realizamos una pequeña parada para que el peregrino Toñín utilice los servicios del botiquín por alguna molestia que sentía en el pie.

En Ázqueta nos recibe un lugareño muy simpático y campechano que presume de haber repartido miles de bordones y conchas entre los peregrinos. Mientras hablamos con él vemos como dos peregrinas extranjeras ascienden a duras penas por la cuesta que desemboca en el pueblo. A una de ellas (canadiense) ya la conocíamos de días atrás porque caminaba con una aparatosa venda en una rodilla. La pobre ya no podía más. Su compañera (francesa) nos preguntó si podíamos avisar a alguien para que la recogieran. En ese momento llamamos al teléfono del taxi que nos facilitaron los señores de Granada en el albergue de Ayegui y esperamos junto a las jóvenes peregrinas a que llegase y recogiese a la lesionada. Ambas se mostraron muy agradecidas. La peregrina francesa continuó sola hacia Los Arcos.

Eran casi las dos y media de la tarde y como en Ázqueta no había dónde comer decidimos hacerlo en el siguiente pueblo, Villamayor de Monjardín, a solo un par kilómetros. La llegada hasta allí se complicó más de lo esperado porque nos encontramos con varias cuestas llenas de un barro superdeslizante, hasta el punto de que Barro Man acabó con sus huesos en el suelo. Se veía venir... ¡Menuda risotada! (Bueno, él no se reía tanto, obviamente). Y eso que los bordones ayudan lo suyo en este tipo de situaciones...

En la entrada de Villamayor hay una preciosa y original fuente medieval y también un albergue de peregrinos, donde sellamos nuestras credenciales. No encontramos ningún sitio abierto para comer y como hasta Los Arcos ya no hay ningún pueblo, no nos quedó otra que comer las provisiones que nos sobraron de la etapa de ayer. El chorizo estaba pasable, pero el pan ya se había endurecido. ¡Es lo que había!


Camino de Los Arcos

Son más de las cuatro de la tarde y hasta Los Arcos tenemos 12 kilómetros por delante. Ahora ya luce el sol y el tiempo no tiene nada que ver con el de las primeras horas de la etapa. El camino va por unas largas pistas de tierra entre verdes campos de trigo. En una de las paradas que hacemos, la peregrina Laura pierde la funda de la nueva cámara de fotos (la tercera del viaje)... ¡Esta chica...! En este trayecto conseguimos recuperar parte del retraso acumulado y llegamos a Los Arcos sobre las seis y media de la tarde... con la lengua fuera, pero ¡llegamos!


En el albergue de peregrinos de Los Arcos sellamos nuevamente las credenciales: el tercer sello del día. Nuestro hotel está en el mismo centro del pueblo pero tiene un pequeño defecto: no hay ascensor y nuestras habitaciones están en el tercer piso. ¡Maldita la gracia de subirnos tres pisitos con las mochilas!




Tras las reglamentarias duchas y pequeñas cabezadas en la habitación, salimos a dar una vuelta por el pueblo, en el que destaca la hermosa iglesia de Santa María: bonita por fuera pero casi más por dentro. Le hace falta una buena restauración pero es una preciosidad. A las nueve y media entramos en un sitio muy majete que hay justo frente a la iglesia, para cenar. Nos acomodan en la planta de abajo, que es una especie de cueva o bodega y, tras la excelente comida degustada, nos tomamos unas copitas con brindis incluido por el buen desenlace de esta intensa etapa.


Mañana, la etapa final de 2007

Y así se ha resuelto el día de hoy. Mañana se acaba esto con la etapa más larga: 28 kilómetros llanos, con algún pequeño repecho, hasta Logroño. A todos nos da un poco de pena terminar pero la verdad es que se nota el cansancio acumulado. Cada vez que concluyes una etapa, una vez que te sientas te cuesta horrores incorporarte. Eso sí, lo que perdemos andando lo recuperamos con mesa y mantel (dentro de lo que cabe). Lo que ocurra en la etapa de mañana sábado os lo relataré el domingo, de vuelta a Madrid, ya desde el autobús... Es que queremos darnos una pequeña celebración por las zonas de copas de Logroño y no creo que esté muy "católico" para escribir nada mañana por la noche. Ya os contaré. ¡Buen camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
Música de Enya "Evening falls"





jueves, 3 de mayo de 2007

CS2007 – Etapa 5 (Camino de Estella)





¡Buenas noches, peregrinos! Esta noche os escribo desde la preciosa e histórica villa de Estella, donde hemos concluido una etapa rompepiernas de solo 22 kilómetros pero con continuas subidas y bajadas. La verdad es que la etapa ha sido más o menos cómoda hasta la última hora, ya entrando en la propia Estella, que se nos ha hecho interminable, puesto que nuestro hotel está justo en la punta opuesta de la ciudad. Como viene siendo habitual, acabamos machacados pero ninguno de nosotros tiene ampollas aunque los pies llegaron literalmente ardiendo. Los mejunjes milagrosos que nos aplicamos dos veces cada día, al levantarnos y al acostarnos, son realmente eficaces. También se agradecen esas duchitas que nos pegamos nada más llegar al hotel después de cada etapa. Hoy hemos tenido muy buen tiempo todo el día pero a estas horas de la noche ya está lloviendo y nos tememos lo peor para mañana. Os relato cómo ha sido esta etapa.


Salida de Puente la Reina

Como de costumbre, tras una noche de buenos ronquidos en la habitación (los de hoy retumbaban en todo el hotel y os aseguro que no exagero), a las 8:30 horas hemos quedado en el comedor para desayunar de buffet. A las 9 iniciamos la marcha no sin antes pasar por un comercio próximo para comprar agua, pan y embutido ya que, previsiblemente, la comida de hoy se haga a base de bocadillos.

Hoy parece que tendremos un buen día para caminar. La temperatura es agradable y luce el sol. La salida de Puente la Reina se hace cruzando el hermoso Puente del Peregrino, símbolo de la ciudad y uno de los monumentos más destacados de todo el Camino. El puente se halla en la continuación de la empedrada Calle Mayor, que es la vía principal de la población y donde se encontraba nuestro hotel.


Entre viñedos y barro

En seguida vemos lo que será la tónica de estos primeros kilómetros de etapa: senderos y veredas que se meten por en medio de los viñedos. Las últimas lluvias hacen que por momentos nos encontremos con auténticos barrizales, en los que te hundes casi hasta el tobillo. En esta parte del Camino todavía coincidimos andando muchos peregrinos. Entre ellos estaban las dos chicas inglesas que ayer nos ofrecieron queso. Una de ellas llevaba zapatillas deportivas (supongo que tendría los pies machacados por las botas), y no era ese precisamente el mejor calzado para atravesar esta zona. Por aquí se descolgaron de nuestro grupo y ya no volvimos a verlas más.


El paisaje de los viñedos era precioso. Al cabo de una hora, y tras una buena subidita, llegamos a Mañeru, el primer pueblo de la etapa, a 5 kilómetros de Puente la Reina. Por allí estuvimos hablando con algún lugareño sobre las cepas que veíamos por los alrededores. Dos kilómetros después, y tras otra subida aún mayor que la anterior, llegamos al segundo pueblo del día, Cirauqui, de estilo medieval, que se alza en lo alto de una pequeña colina. Todavía me parece escuchar el sonido de los bastones de los peregrinos golpeando en las empedradas calles de este pueblo.
Después de estas primeras subidas del día, decidimos hacer un pequeño alto en el camino para descansar unos minutos y tomarnos algunas barritas energéticas.


Una calzada romana, un puente romano y un río de bandidos...

La salida de Cirauqui era de bajada a lo largo de varios kilómetros, primero por una vieja calzada romana y, después, por diversos senderos. En la calzada romana se encontraba un pequeño puente, también romano, donde aprovechamos para detenernos nuevamente durante unos minutos.

Poco después cruzamos algunos riachuelos. Uno de ellos era el río Salado, donde, en la Edad Media, pícaros y bribones engañaban a los peregrinos dejando que sus caballerías bebieran allí para luego destriparlas una vez que murieran a causa de la ingestión de aguas salobres.


Comida, calabaza y sombrero para los peregrinos

Prácticamente sin enterarnos, pues el recorrido no era especialmente difícil y el tiempo acompañaba, se iba acercando la hora de comer. El siguiente pueblo, Lorca, para variar, también se hallaba al final de una buena subida. Así que decidimos comer allí. Eran las dos y media de la tarde.

Aunque teníamos intención de liquidar las provisiones que habíamos comprado en Puente la Reina, lo cierto es que el menú del día del albergue de peregrinos de Lorca nos tentó más y al final nos quedamos a comer en él. Había un menú con varias opciones de primeros y segundos platos que no estaba nada mal. La encargada del albergue andaba un poco "mareada" con tantos peregrinos que le hablaban en no sé cuántos idiomas diferentes, de modo que pareció alegrarse cuando vio que éramos peregrinos españoles.

Mientras estábamos en el mostrador de la cafetería del albergue tomándonos unos cafés, el peregrino Toñín y yo observamos que vendían calabazas y sombreros de peregrino. No nos lo pensamos dos veces, y cada uno de nosotros compró su calabaza y su sombrero de los que, desde entonces, no nos hemos separado. Por cierto, que también aprovechamos todos el paso por este albergue para sellar en él nuestras credenciales de peregrino.


Por fin en Estella, pero...

Los 9 kilómetros que separan Lorca de Estella, recorridos bajo el sonido de los golpes de nuestras calabazas con los bordones, tampoco eran especialmente complicados. Este trayecto transcurrió en su mayor parte por entre campos de cultivo y algo de monte. Entre medias de las dos localidades citadas está el pueblo de Villatuerta, al que se accede por un bonito puente románico de dos ojos y que cuenta con una interesante iglesia.

Por fin, a las 5 de la tarde llegamos a Estella. Ya nos ha ocurrido más veces: las últimas horas de cada etapa, sobre todo después de la comida, se hacen "matadoras". Hoy no ha sido excepción y el cansancio acumulado se nota. Estella es una ciudad muy bonita, plagada de monumentos muy vistosos. Nada más entrar nos encontramos con el albergue de peregrinos, donde nos sellan la credencial no sin antes decirnos el habitual "está completo". ¡Madre mía si no llegamos a tener la reserva hecha en un hotel, como para ponernos a buscar alojamientos estábamos nosotros! Para nuestra desgracia, el hotel se encuentra justo en la otra punta de la ciudad, y tardamos una eternidad en llegar allí. Este último "paseo" es el que nos acabó de romper, y apenas si pudimos deleitarnos con las joyas arquitectónicas de la hermosa villa navarra que se contemplaban a lo largo de la marcha.

Son casi las 6 de la tarde cuando entramos en nuestro hotel, de corte moderno. Hoy, sin duda, el poder descalzarse y tomarse una buena ducha no tiene precio. Acordamos en vernos los cuatro sobre las 8 de la tarde para darnos una pequeña vuelta. La peregrina Laura no tiene muy claro si salir hoy porque está molida. Al final, a la hora convenida, nos vemos Los 4 peregrinos y nos tomamos unas cañitas en un bar próximo. El habitual paseo por la población de final de etapa lo dejaremos para otro día. Por cierto, continuando con la semana de "tardes-noches futboleras", en el bar hemos visto la eliminación del equipo de la tierra, el Osasuna, por parte del Sevilla en la Copa de la UEFA.




Finalmente, a las nueve y media regresamos al hotel, donde cenamos unos platos combinados. Aquí nos encontramos con el matrimonio de Granada que estuvo alojado en la misma pensión de Zubiri que nosotros. Y, según nos han contado, también lo estará en el hotel de la próxima etapa, en el pueblo de Los Arcos. Estos hacen el Camino sin mochilas, ya que se las llevan en taxi hasta la población del final de cada etapa.


Mañana, la Fuente del Vino

Y así es como ha transcurrido el día de hoy. Sin duda, hoy hemos ido de más a menos. Ahora estoy con el peregrino Juanma viendo un programa de humor de la Televisión Vasca mientras nos embadurnamos los pies con los mejunjes. Mañana tenemos la penúltima etapa, que acaba en Los Arcos después de 22 kilómetros también: los 10 primeros de subida, y el resto de bajada. Nada más empezar toparemos con la famosa Fuente del Vino, donde el peregrino puede echarse un traguito de vino por cuenta ajena. Veremos cómo se comporta el tiempo. ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Era "Ameno")






miércoles, 2 de mayo de 2007

CS2007 – Etapa 4 (Camino de Puente la Reina)





¡Hola peregrinos! Otra noche más estoy con vosotros, esta vez desde nuestra habitación de este precioso hotel rural de Puente la Reina, adonde hemos llegado esta tarde. Ya os contaré luego el pequeño lío que nos han montado con las habitaciones. Imaginaros... ¡querían que Juanma y yo durmiésemos juntos en una cama de matrimonio! Vamos, el cachondeo que se hubieran traído nuestros amiguetes de Madrid si llega a ocurrir eso. Hemos acabado muy cansados, como de costumbre, con los pies "masajeados" (luego os digo por qué), pero al menos hoy hemos tenido un día agradable meteorológicamente hablando, salvo un viento algo molesto subiendo al Alto del Perdón. Todavía estamos terminando de secar parte de la ropa que se nos mojó ayer en la etapa de Pamplona. Los radiadores están tomados por los calcetines de Juanma (que ha llevado colgados en su mochila durante toda la etapa, para que se secasen) y el tufillo que despiden está empezando a dejarme "colocado". Bueno, pues la etapa de hoy ha sido más o menos así...


Saliendo de Pamplona

Hoy nos hemos levantado con más sueño que de costumbre por la noche marchosa de ayer. A pesar de todo, hemos respetado nuestro horario habitual y, tras el desayuno de café con zumo y tostadas en el hotel de Pamplona, a las 9 de la mañana ya estábamos en marcha. Lo primero que hemos hecho ha sido acercarnos a una tienda de fotos cercana para que la peregrina Laura comprara una nueva cámara de fotos. ¡La tercera que utiliza en este viaje! Esta chica es un negocio para los Kodak y compañía... Así que, de nuevo, ya volvemos a disponer de nuestro "arsenal" fotográfico y videográfico al completo.

El Camino atraviesa la ciudad de Pamplona, pasando por delante de la Catedral. Te saca de la villa cruzando un gran parque y, más adelante, la ciudad universitaria. La etapa de hoy tiene casi 24 kilómetros y en ella destaca claramente la empinada subida al Alto del Perdón, más o menos a mitad del recorrido. Como a la hora de la comida no tendremos a mano ninguna población importante, hemos pensado en almorzar en plan de bocadillos. Por eso, antes de abandonar Pamplona, compramos pan y embutidos para pegarnos un buen festín en su momento.

El día está espléndido. Luce un sol radiante. La etapa en estos primeros kilómetros es un auténtico paseo y, casi sin darnos cuenta, llegamos hasta la cercana población de Zizur Menor, a 5 kilómetros de Pamplona.


Camino del Perdón

El paisaje ha cambiado por completo. Atrás quedan aquellos bosques verdísimos y de espectacular belleza con robles y hayas. Ahora nos encontramos con verdes campos de trigo y un perfil en el terreno suavemente ondulado. En el horizonte se adivina el Alto del Perdón, un monte coronado por los molinos de viento de un parque eólico. Tenemos que ascenderlo por la cara oriental y descenderlo por la ladera oeste.

Por donde avanzamos ahora, el camino es bastante llano y cómodo de recorrer. El peregrino Toñín, con su mp3, en seguida "mete el turbo". Va como unos 200 ó 300 metros por delante de los demás, hasta el punto de que en varias ocasiones lo perdemos de vista. Bromeamos sobre lo que debe ir escuchando en el mp3 pero, por el ritmo que lleva, parece como si fuera oyendo marchas militares del estilo de las que usa la legión para desfilar. Menudo pitorreo que nos trajimos los peregrinos Juanma, Laura y yo con eso. Y el pobre Toñín ajeno a lo que hablábamos de él...

Hoy son muchos los peregrinos que nos vamos encontrando. Como Toñín iba tan adelantado no se percató de un par de peregrinas inglesas que se detuvieron en mitad del Camino a ofrecer queso a todo el que pasaba por delante de ellas. Y es que el "pedazo queso" que tenían debía de pesar como un par de kilos... ¡Menuda ocurrencia hacer el Camino con semejante carga! Cuando pasamos por donde ellas nos ofrecieron todo el queso que quisiéramos y les hicimos un favor "cepillándonos" un buen trozo cada uno de nosotros. Nos reímos bastante con ellas y las animamos a seguir compartiendo el queso con los que vinieran por detrás, porque ahí debía de haber raciones para media Navarra, jejeje.


Tras la comida... la "escalada" al Alto del Perdón

Así las cosas el terreno comienza a inclinarse poco a poco. Son casi las dos de la tarde y pensamos que ya va siendo hora de zamparse los bocatas. Nos parece un buen lugar para ello el pueblo de Zariquiegui, justo en la mitad de la subida al Perdón. En este pequeño pueblo hay una iglesia y, a su lado, una fuente y un par de bancos para sentarse: se trata del sitio perfecto para "montar mesa y mantel", desde el que se divisa una panorámica sin igual de Pamplona y de todo el llano que acabamos de recorrer.

Cerca de donde estábamos había otros peregrinos que tuvieron la misma idea. Además, teníamos unas buenas zonas verdes para aliviar otro tipo de necesidades. Desde aquí nos quedaría una media hora hasta la cima del Perdón.

La subida al Alto era bastante dura. Además del viento molesto nos enfrentábamos al problema de que las últimas lluvias se habían llevado parte del camino, de modo que en más de una ocasión nos tocó hacer de cabra y subir por donde buenamente se podía. Una vez más, los bordones nos resultaron especialmente útiles para mantener el equilibrio en todo momento.

Sobre las tres de la tarde llegamos a la cima del Alto del Perdón, lugar emblemático de todo el Camino de Santiago. Desde aquí se divisan Pamplona hacia un lado y Puente la Reina hacia el otro. En el Alto existe un curioso Monumento al Peregrino donado por la Asociación de Amigos del Camino de Navarra. Quedan solamente 11 kilómetros hasta Puente la Reina y nos las prometemos muy felices tras el esfuerzo realizado para subir hasta aquí. Pero...


¡Por Dios! ... ¿Qué es esto?

Cuando iniciamos el descenso del alto vemos que los 4 kilómetros de bajada hasta el pueblo de Uterga son un auténtico camino de cabras plagado de piedras de todo tipo y cantos rodados. Un auténtico "tuercetobillos" mucho peor que la propia subida. Tras el esfuerzo del ascenso, ahora tienes que ir frenando y reteniendo para no embalarte en una bajada pronunciada y, además, por un terreno imposible de piedras que no te permite pisar con comodidad. ¡Menudo masaje para los pies! Los llevábamos ardiendo.


Una parada agradecida

Podéis imaginaros que la llegada al pueblo de Uterga, con un albergue que dispone de una cafetería con terraza, se convirtiera en un auténtico lujo. Como si estuviéramos en nuestra casa, entramos, nos descalzamos, sellamos nuestras credenciales, cogimos una mesa de la terraza, nos tomamos unos cafés, después unos helados, y yo creo que hubo tiempo hasta para una cabezadita. Incluso Laura tuvo ocasión de utilizar los servicios del botiquín (que hasta ahora está pasando casi desapercibido, lo cual es muy buena señal). En la mesa de al lado se puso otro grupo de peregrinos con el que ya coincidimos en la comida de ayer de la etapa de Pamplona. Sin duda, ¡este ha sido el mejor momento de la etapa de hoy!


Camino de Puente la Reina

Desde Uterga faltaban siete kilómetros hasta Puente la Reina, que recorrimos entre verdísimos prados y campos de trigo. Un poco antes de llegar está el pueblo de Óbanos, donde se unen los Caminos de Santiago Navarro y Aragonés. Por esa zona vimos un cartel indicativo de un desvío de 2 kilómetros para ver la iglesia de Santa María de Eunate, una de las más bonitas de Navarra. Pero tal y como estábamos, cualquiera se metía ahora esos kilómetros extra para ver esa iglesia, de modo que tuvimos que conformarnos con ver su imagen dibujada sobre la pared de una casa.

Por fin, a las 6 de la tarde aparecemos en Puente la Reina, con los pies echando humo. Como justo a la entrada del pueblo hay un albergue de peregrinos, aprovechamos para sellar en él nuestras credenciales. Acto seguido vamos al hotel para acomodarnos antes de dar un paseo por el pueblo.





Ya en Puente la Reina...

Nuestro hotel es de estilo rural, con paredes de piedra: muy bonito. Cuando el peregrino Juanma y yo entramos en nuestra habitación, observamos que nos han puesto cama de matrimonio. Al advertir del error a la recepción del hotel, nos dicen que no pueden cambiarnos de habitación porque el hotel ya está completo... Me veía durmiendo con Serrucho Man en la misma cama. En el último momento se dan cuenta de que hay una habitación doble adjudicada a dos peregrinos que aún no han llegado (no sabemos si son o no del mismo sexo), así que se opta por "traspasar" el problema a estos dos peregrinos y a nosotros nos dan la habitación doble inicialmente prevista para ellos. (No sé lo que pasaría con estos dos).

Tras esta confusión, aún nos queda tiempo para dar una vuelta por el pueblo antes de la cena. Tuvimos ocasión de contemplar el bonito Puente del Peregrino y de echarnos unas buenas jarras de cerveza fresquita en un local próximo. La cena la hicimos en el propio hotel, avisando previamente por teléfono. Por cierto, mientras cenábamos tuvimos ocasión de presenciar la otra semifinal de la Champions, en la que el Milán eliminó al Manchester Utd. La cena fue a la carta y, aunque resultó algo cara, estuvo muy bien, y más teniendo en cuenta que hoy habíamos comido en plan de bocadillos.

Mañana, toca Estella

Pues hasta aquí lo que ha sido la etapa de hoy. Mañana podría empezar a estropearse un poco el tiempo, aunque el jueves es el día que más nos preocupa en ese sentido. La etapa de mañana concluye en Estella, tiene 22 kilómetros y es de suave subida con algunos pequeños repechos. A ver qué tal se nos da. ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Fleetwood Mac "Albatross")


* * * * *

UN AÑO DESPUÉS, HE VUELTO A PUENTE LA REINA

¡Hola a todos! Casi un año después de escribir este artículo del blog, en la Semana Santa de 2008 he estado con Olga en La Rioja y Navarra, donde hemos tenido ocasión de regresar a algunos de los lugares que recorrimos durante el Camino de Santiago de 2007. En Puente la Reina, Olga ha querido enviar un mensaje a los peregrinos de todo el mundo, que he recogido en el vídeo que os pongo a continuación...

martes, 1 de mayo de 2007

CS2007 – Etapa 3 (Camino de Pamplona)





¡Caladitos! Así hemos llegado esta tarde a Pamplona. Vaya etapa más pasada por agua. Lo que se presumía una de las etapas más fáciles se ha convertido en una de las más duras a causa del mal tiempo. Nos hemos metido una ducha de cuatro horas seguiditas... ¡Menuda paliza! Pero lo importante es que estamos aquí y además, hoy sí, hoy ha caído el primer pelotazo, en el casco viejo de la ciudad. Ahora estamos el peregrino Juanma y yo, aquí tranquilitos en la habitación, con los mejunjes de rigor para que nuestros pies duerman más descansaditos. Os cuento cómo ha ido el día.


Salimos de Zubiri y de momento... ¡sin lluvia!

Esta pasada noche entre los ronquidos de Serrucho Man y el campanario de la iglesia, me he levantado con unas buenas ojeras. La iglesia de Zubiri, que está cerquita de la pensión, es muy bonita pero esas campanas... Duermes de 55 en 55 minutos, porque te despiertas a la 1... a las 2... a las 3... así todo el rato (y además, repiten las campanadas al minuto de sonar por primera vez... ¡como si no las hubiéramos escuchado!). No sé cómo alguien puede pegar ojo en este pueblo.

En fin, a las 8:30 horas estábamos todos en pie y nos acercamos a un cercano bar (distinto del de ayer) para desayunar, aprovechando que también había al lado una pequeña tienda de ultramarinos. Así, nos combinamos los zumos naturales de naranja recién exprimida y los cafés del bar con la bollería de la tienda. Sí... ciertamente... nos montamos un buen desayuno del peregrino.

A eso de las nueve y diez comenzamos a andar. Hoy tenemos una etapa parecida a la de ayer, con poco más de 21 kilómetros y predominio de bajadas. De momento el día se mantiene sin lluvia pero el cielo presenta unos nubarrones más que amenazantes. Sabemos que empezará a llover, y bien, en cualquier momento. Salimos de Zubiri por el mismo lugar por donde entramos: cruzando el viejo puente de piedra sobre el río Arga, afluente del Ebro, que será nuestro fiel acompañante hasta Pamplona.

Tras algo más de una hora por un camino de tierra –y varios quita y pon con los dichosos ponchos, porque la lluvia es intermitente– alcanzamos Larrasoaña, pueblo que se esconde tras el Puente de los Bandidos, pero al que no llegamos a entrar. Poco después nos cruzamos con una peregrina francesa que regresaba corriendo hacia Zubiri porque se había dejado allí el móvil... ¡Qué mala pata! Al menos, desde aquí solamente había poco más de 6 kilómetros. Tras el cercano pueblo de Akerreta, el camino se interna en el bosque y transcurre por una senda completamente pegada al río, hasta el punto de que en algún momento casi lo puedes tocar con las manos. Este tramo era realmente precioso. Por aquí caminábamos tarareando, entre helechos, babosas y alguna que otra moñiga, al compás de la música de El hombre y la Tierra, la serie de Félix Rodríguez de la Fuente, porque el entorno no era para menos... tachín tachín... tan tan.. tachín tachín... (La verdad es que este viaje nos vuelve un poco "cencerros" a todos, jejeje). Esa música se ha convertido en la "sintonía" oficial del Camino. Lo que vendría después ya no nos iba a gustar tanto...


Llega la lluvia... ¡y a lo bestia!

Tras salir de la senda junto al río llegamos al pequeño pueblo de Zuriain, donde aprovechamos para hacer una pequeña parada y aliviar nuestras más acuciantes e íntimas necesidades. Sin embargo, a partir de aquí, la lluvia gana en intensidad, empiezan a caer gotas cada vez más gordas y no queda más remedio que ponerse las capuchas de los ponchos. Eran las once de la mañana y ya no nos las quitaríamos hasta Pamplona (salvo el ratito de la comida). La lluvia era muy fuerte y se mantuvo así prácticamente hasta después de comer (cerca de las tres y cuarto).

Por si fuera poco, el camino comenzaba a meterse por en medio del campo, cruzando zonas completamente embarradas. Las botas se nos hundían más allá del tobillo y los ponchos escurrían el agua hacia nuestras botas. Especialmente mal lo pasaba la peregrina Laura, con unos pantalones de estilo pirata que eran un auténtico coladero para los chorros de agua que penetraban sin compasión en sus botas. No lo pasaba mejor el peregrino Toñín, que se hizo un siete en su poncho al final de la etapa de ayer y el coladero lo llevaba en la espalda. La verdad es que la situación era bastante penosa.

En medio de este chaparrón continuo, prácticamente ni nos percatábamos ya de los pueblos por donde pasábamos: queríamos terminar cuanto antes. Sí que recuerdo un puente muy bonito que cruzamos (en Irotz) y un extraño lugar perdido en el bosque –algo así como un refugio abandonado– que nos protegió de la lluvia durante unos minutos. Aquí coincidimos más de una veintena de peregrinos que nos mirábamos unos a otros con gestos de cansancio. En esta mañana húmeda y oscura, tan solo la lluvia era capaz de romper el silencio reinante.


La leyenda de “Barro Man”

Esta etapa ha servido también para forjar la leyenda de Barro Man, apelativo cariñoso con que ya conocemos al peregrino Toñín por su natural forma de desenvolverse cuando el terreno se enfanga. Ya en los últimos kilómetros de la etapa de ayer, cuando nos cayó una verdadera tromba de agua, tuvimos ocasión de admirar su particular técnica que le permite avanzar más deprisa cuando aparece el barro. Pero lo de hoy ha sido espectacular. Barro Man no se detiene así como así porque delante se le ponga la madre de todos los charcos: pasa por encima de él directamente, sin preocuparse excesivamente del lado por donde cubre menos o de si va a salpicar o no. Así que, cuande le vemos venir lanzado como un toro, nos apartamos rápidamente. ¡Menudo tanque!

Hoy el terreno se ha puesto muy propicio para las cualidades de Barro Man y más de una vez ha puesto el turbo y lo hemos perdido de vista entre el barro. Si además lleva conectado su mp3, ya no lo vemos hasta el próximo pueblo.


Paramos a comer

Pues así, entre barro y chaparrones ha transcurrido la mañana hasta llegar al pueblo de Trinidad de Arre, al que se accede tras cruzar otro puente medieval de piedra. Este pueblo está prácticamente conectado con el de Burlada (en los aledaños de Pamplona), donde nos hemos detenido para comer en una cafetería, pasadas las tres de la tarde. Aquí hemos coincidido con más peregrinos y el tema de conversación ha sido muy meteorológico. Curiosamente, parece que a partir de este momento la lluvia amainó, aunque no nos dejó hasta Pamplona. Aprovechamos esta horita de asueto para secarnos un poco y reponer fuerzas. Solamente nos quedaba otra hora de caminata hasta Pamplona, ya por un terreno más o menos urbano.

Quien peor lo llevaba, sin duda, era la peregrina Laura. Completamente calada, aprovechó el receso en la cafetería para cambiarse de calzado y seguir con unas zapatillas deportivas hasta Pamplona, llevando sus botas en la mano, dentro de una bolsa de El Corte Inglés. Parecía que venía de la compra, jajaja.


Al fin en Pamplona

Pues de esta guisa, mojados, embarrados, machacados, así es como llegamos a Pamplona. Al entrar en la ciudad está el albergue de peregrinos donde sellamos nuestras credenciales. Como es habitual cada vez que entramos en un albergue, lo primero que nos dicen antes de preguntar nada es que “está completo”. Cuando les comentamos que únicamente queremos que nos sellen nuestra credencial, ya nos ponen mejor cara. ¡Menos mal que llevamos todos los alojamientos reservados!

Nuestro hotel, de corte moderno, está en el casco viejo de la ciudad, muy cerquita de la céntrica Plaza del Castillo. Callejeando hacia el hotel, justo antes de llegar, vemos que entre la gente hay alguien que nos saluda. Es... ¡Elisabeth! No puede ser... La peregrina brasileña está aquí. ¡Dios mío!, esta mujer está por todas partes. La saludamos y hablamos un minutito con ella y luego, ya sí, nos metemos en el hotel. Son algo más de las 5, nos registramos y nos dan dos habitaciones que están en pisos diferentes. Los 4 peregrinos estamos destrozados por la inesperada dureza de esta etapa y acordamos salir a dar una vuelta y cenar sobre las 9 de la noche, para tener tiempo de asearnos y descansar un rato.




Nada más llegar a la habitación, Juanma y yo nos tumbamos en las camas. Aunque son independientes, están pegadas una a la otra. No pasaron ni cinco minutos y ya se oían ronquidos en la habitación. A los diez minutos ya éramos dos los que roncábamos. Debió pasar una hora o así y suena un teléfono móvil... Juanma, más dormido que despierto lo coge y me lo pasa directamente... Yo lo cojo y cuando hago intención de contestar me quedo un segundo pensando... Miro el teléfono... y le digo a mi compañero peregrino (sin llegar a descolgar la llamada): “Juanma... que este es tu móvil... y quien te llama... ¡es tu mujer!”. Si vierais al pobre Juanma incorporarse a toda leche (el móvil llevaba un buen rato sonando) y contestar con voz de ultratumba, pues todavía estaba medio dormido. Menudas risotadas que nos echamos después. Para mí que Juanma estaba soñando cuando me pasó el teléfono y debió de pensar que estaba con su mujer en la cama, juajuajuas...


Esta noche, todos con el Liverpool... y mañana, nos espera el Alto del Perdón

Bueno, pues tras estas risas, nos fuimos los dos a dar una vueltecita por el casco viejo de Pamplona (ya sin lluvia) y así echarle el ojo a los posibles sitios para la cena. Nos gustaron algunos de los que vimos en la calle Estafeta, la de los Sanfermines. Un poco antes de las 9 fuimos a despertar a los dos peregrinos que faltaban y ya los cuatro nos marchamos de cena en plan de pinchos y raciones. Por cierto, menudas clavadas que nos metieron con las consumiciones. No se me olvida la cara que se le quedó al peregrino Juanma cuando le dijeron lo que costaba una simple albóndiga en uno de los bares.

Hoy, por fin, el grupo de Los 4 peregrinos ha tenido a bien escuchar mis plegarias... Tras la cena, nos hemos acercado a un pub a tomarnos un copazo. Sorprendentemente estaban cerrados o medio cerrados casi todos. Al final entramos en uno inglés donde estaban echando por la tele el partido entre el Liverpool y el Chelsea de semifinales de la Champions League. El bar estaba lleno de hooligans y todos eran del Liverpool. Obviamente, nosotros comprendimos enseguida de qué lado ponernos. Todos a una... ¡Liverpool! ¡Liverpool! Cualquiera le lleva la contraria a estos bestias. Por cierto, que ganó el Liverpool. La verdad es que los dos güisquis que me tomé me sentaron de maravilla. En el Camino también tiene que haber sitio para esto.

Así que, aquí nos tenéis de vuelta en la habitación con unos pelotacillos que nos han sabido a gloria. Mañana parece que mejora el tiempo y tenemos una etapa de 25 kilómetros hasta Puente la Reina, todos llanos salvo el temido Alto del Perdón, a mitad de etapa, con otra subidita de las de aúpa. Mañana os lo cuento. ¡Buen Camino!


Videomontaje fotográfico de la etapa
(música de Era "Mother")